Ubicado en la orilla del Lago Todos los Santos, se extiende este jardín de 1 hectárea, diseñado para fusionar arquitectura y naturaleza. Las casas se integran al paisaje con techos verdes de pasto rescatado, minimizando el impacto visual y promoviendo la biodiversidad. Bajo las copas de árboles nativos, se desarrolla un sotobosque denso, ofreciendo un espectáculo de texturas y verdes, reflejo del entorno nativo.
Las casas se conectan a través de una pasarela de madera que es bordeada por paisajismo haciendo sentir al visitante parte de la naturaleza.
El otoño se marca por el color rojizo de un hacer japónico y un grupo de cornus florida que tienen color similar a ñirres y lengas en esta época.
Una canaleta de madera recorre el jardín, mimetizando sonidos naturales y conduciendo el agua, añadiendo sonido de agua y serenidad al ambiente. La pradera actúa como camino principal, conectando espacios y revelando sorpresas naturales a su paso. Este diseño no solo busca la estética, sino también la sostenibilidad y la conservación del ecosistema local.
Cada elemento, desde la vegetación hasta el manejo del agua, se escogió pensando en crear un refugio. El resultado es un jardín que invita a la contemplación y al disfrute, enfatizando la importancia de la naturaleza en nuestra vida y ofreciendo un espacio de conexión profunda con el entorno.